El dolor del Alma (Parte 1/2) Todo hombre que deshonre, levante injurias o condene injustamente a alguno de sus congéneres, con sus actos injustos estará preparando su propia perdición. Con el dolor el hombre aprende a no cometer los mismos actos que le causaron amargura. Al ser humano le agrada beber en copa de oro aunque sea veneno lo que lleve a su boca. En este mundo se hallan los planos inferiores del dolor que algunos llaman infierno. Es necesario que el hombre, como el oro, se purifique en el crisol del dolor por que no ha aprendido a sublimar sus errores en la bendición del amor. El dolor es el martillo que dentro del taller interno debe golpear una y otra vez sobre el pesado yunque del egoísmo humano. El dolor limpia, sublima, purifica y hace crecer al hombre haciéndole tomar conciencia de sus actos errados. El que sufre debe reflexionar sobre las acciones mentales, emocionales y físicas que precedieron a su dolor. Todo aquel que a través de su dolor no vislumbra su cercano despertar espiritual y reniega de sus circunstancias solo atrasa su crecimiento y se mancha en el dolor generándose mas desdichas. Es menester agradecer en silencio a la fuente desde donde emana el sufrimiento puesto que ella somete al hombre a prueba de paciencia, aceptación y buena voluntad. A veces el hombre necesita de estas pruebas como una verdadera piedra de toque que lo haga despertar de su letargo material. Si todo esto no sucediera, como lograría el hombre purificar su alma y equilibrar su karma o su posición en la ley de causa y efecto. Quizás el hombre no debería pedirle a su padre celestial que lo libre de los sufrimientos sino que lo provea de la suficiente entrega y fortaleza para transitar el dolor puesto que el mismo existe para perfeccionarlo y hacerlo crecer. Los que sufren mucho es para que luego de alcanzar su purificación gocen mucho mas todavía . Es necesario ver en el dolor a un verdadero maestro y descubrir la lección que en el se encuentra oculta. En una melodía la nota que no esta afinada en su conjunto produce desarmonia y desagrado. Las almas que no responden al amor no son notas afinadas y armónicas en la celestial música de las esferas. El que no se conmueve con el dolor ajeno y lo siente muy lejano, esta alejado del sendero espiritual que conduce a la casa de su padre celestial. Si no se siente el dolor ajeno se esta alejado por propia voluntad del amor de Dios porque el que no sufre en el dolor de su hermano evidentemente no lo ama y el que no ama a su hermano, ¿como puede decir que ama a Dios. Cuando se acude Dios por los pesares y no por verdadero amor , cuando se disipan los pesares el hombre se olvida de Dios. A los hombres les cuesta creer que los sufrimientos que los aquejan son solo efectos de causas que ellos mismos generaron. Les resulta mas fácil creer que son males que vienen del cielo y se manifiestan en la tierra sobre ellos creyendo paradójicamente que siempre la peor parte les toca a cada uno de ellos. La ignorancia espiritual humana no discierne entre el castigo y el aprendizaje que a través del dolor realiza la ley de causa y efecto. Una de las lecciones a aprender es que bajo ningún pretexto y circunstancia se debe generar dolor hacia otros. Luego el espíritu al sublimar el dolor en puro amor divino universal eleva al hombre sobre sus miserias y lo sitúa sobre todo condicionamiento terrenal. Para que el hombre transmute su dolor en luz tiene que erradicar definitivamente en si la raíz que en el causa la violencia, la intolerancia y la mala voluntad y luego perder totalmente la intención de herir a sus hermanos. Después que el hombre sublima su ego no solo deja de causar dolor sino que siente el dolor de los otros como el suyo propio Cuando se comienza a sentir el dolor ajeno ya se ha perdido el poder de herir. Cuando se siente el dolor de los demás también sobreviene el regocijo con sus alegrías. Cuando el hombre no esta presente con los que sufren y se olvida de el dolor ajeno lo agrava y lo manifiesta. El hombre debe entregarle a Dios la ofrenda de su dolor para que en ese instante pierda el poder de la venganza. En la mansedumbre se manifiesta la sabiduría y la humildad. Desde la humildad el hombre dulcemente aparta de si el dolor que encuentra en su camino porque el dolor llevado con dignidad eleva al ser a los reinos superiores. Un momento de desmayo en el dolor es mucho tiempo de confusión pero un solo minuto de rebeldía lo es mas en dolor. La humanidad soporta una pequeña parte de su dolor, porque en verdad es mucho mayor su desamor. Si sobreviene el dolor es preferible retenerlo pero nunca devolverlo porque si a cambio se entrega amor grande será la recompensa. En este plano de libre albedrío se puede herir, ofender o ultrajar pero luego volverá la acción cuando mas duela en el corazón. Nada queda sin castigo ni premio por parte de los que forjaron la acción. No existe deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla. El amor es el único sendero que conduce hacia la luz, todos los demás conducen al dolor. Luego de un gran pesar surge una gran alegría. Para acceder al sendero del servicio espiritual hay que atravesar la iniciación del dolor.
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