Aunque parezca extraño la materia es algo irreal e ilusorio. Este concepto puede movilizar a cualquiera que a través de toda su existencia considera lo físico como real.
Vamos lentamente a desentrañar la verdad escondida en nuestra mente inmortal.
Al nacer nos van enseñando a reconocer objetos y darles un nombre. Por supuesto, al ser pequeños aceptamos que lo que ven nuestros ojos físicos es la realidad. Es decir, un mundo lleno de objetos y personas con un cuerpo físico y mortal.
Con el paso de los años, si hemos tocado alguna puerta para comprender el misterio de la vida, hemos llegado a entender quizás, que después de morir, tenemos un alma e iremos a un mundo espiritual : si somos buenos al cielo, y si somos malos al infierno.
Estos conceptos “calman” nuestras inquietudes y a veces, seguimos con nuestras vidas sin preocuparnos más del tema.
Pero, a lo largo de ella nos preguntamos muchas cosas respecto a porqué pasan cosas malas y si enfermamos o perdemos afectos o posiciones sociales, culpamos a Dios de ser indiferente y poco caritativo.
Nos resulta mas fácil pensar en un Dios hecho a nuestra imagen y semejanza (sentado en una nube de un cielo muy remoto y rodeado de angelitos que tocan el arpa y dedicado atentamente a escuchar nuestras demandas y complacer nuestra voluntad).
Nos es mas difícil entender que estamos creados a su imagen y semejanza espiritual y que uno de los dones mas preciados que nos ofrece Dios es gozar de un libre albedrío como para optar entre hacer su voluntad o la nuestra.
La realidad es que al conocer las Leyes Metafísicas Universales se aclaran muchas de nuestras inquietudes.
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También aprendemos que somos sus hijos, que El es amor y es inmortal, por lo tanto, nosotros también gozamos de esa inmortalidad.
Aprendemos que este cuerpo que tenemos es un vehículo pasajero y que en realidad somos Esencia, somos seres espirituales que tomamos forma en la materia para aprender y transitar el mundo y al ir evolucionando acercarnos más a Dios.
Nuestro cuerpo es una proyección de la mente. Las sensaciones que están en la materia (cuerpo carnal) tales como dolor, placer, sufrimiento y otras son mera ilusión.
El cuerpo humano entonces, es producto de la mente del hombre y no el hombre en sí.
La apariencia física se torna bella o fea según la mente, y también la salud cambia de estado según la mente.
Cuando comprendamos cabalmente este principio, podremos dominar y modificar el cuerpo según nuestro deseo y voluntad.
Si el cuerpo material siente el dolor, que no está en la materia, es debido a la presencia de la mente que lo torna sensible.
Hay que desechar la idea de que el cuerpo material es real y que uno es un cuerpo carnal. Uno es hijo de Dios y tiene vida inmortal, en cambio, el cuerpo carnal es transitorio y mortal. Debemos mentalizar la salud en todo momento, sin pensar en la enfermedad.
Al morir nuestro cuerpo carnal, nuestra mente lo abandona y conserva su individualidad con su propia fuerza mental y continúa viviendo en el mundo espiritual. Es lo que se llama Espíritu.
Si la persona purificó su mente, ingresará en un mundo espiritual elevado, adecuado a él. En cambio, si no purificó su mente, creará con su fuerza mental un ambiente adecuado a él y padecerá en ese ambiente. Es decir, que nosotros con nuestros pensamientos y acciones somos los responsables de nuestro futuro.
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