-Menchu recurre en sus denuncias a los tópicos sectarios. Así, afirma que la
sede de la "secta" se encuentra en Arucas, donde varias familias residirían en
una "casona de 25 habitaciones", practicando una especie de comunismo donde no
existiría la propiedad privada. ¿Qué hay de cierto en todo ello?
-El grupo Aztlán nunca ha tenido sede. Nuestro único domicilio social es la
editorial que creamos para editar nuestros libros y la revista Generación 4.4.
Y, por supuesto, nunca hemos tenido ninguna sede social en Canarias o en
cualquier otro lugar. La casa de Arucas, a la que ella se refiere, fue adquirida
por Menchu y su marido y por una hermana de éste y su esposo. La finca fue
dividida en dos partes, una para cada familia. Sin más. Esa casa no es sede de
nada en absoluto. Por tanto, nuestra única relación con la vivienda se reduce al
rato que Luis López tardó en enseñárnosla. Sin más. Por cierto: lo de las 25
estancias es otra más de sus exageraciones. Contando trasteros y cobertizos, son
ocho habitaciones.
En la carta que Luis López dirigió al delegado del Gobierno en Canarias -a la
que hemos hecho referencia más arriba- éste detalló que muchas de las
acusaciones de su ex-esposa estaban relacionadas con la mencionada vivienda. De
este modo tan sarcástico detallaba Luis las funciones de su hogar. "Mi casa ha
sido un prostíbulo, donde se celebraban todo tipo de orgías. Mi casa ha sido un
centro de brujerías. Mi casa ha sido la sede de una secta peligrosísima."
Una vez más, las acusaciones de Menchu Galayo se vuelven más inconsistentes, si
tenemos en cuenta tanto las desesperadas declaraciones del ex marido de Menchu
como la nula relación del grupo Aztlán con la casa de Arucas.
María del Carmen, haciendo gala de una constancia envidiable, llegó a asegurar
que los miembros de Aztlán habían abandonado sus correspondientes trabajos para
dedicarse plenamente a la edición de sus libros y revistas. Sin embargo, este
extremo vuelve a ser -siempre según las declaraciones de María Pinar Merino-
absolutamente falso.
"Eso no es cierto en absoluto. Todos los miembros del grupo mantienen sus
actividades profesionales al margen de sus proyectos grupales. Hemos organizado
congresos, seminarios y talleres que nos proporcionan lo indispensable para
poder seguir manteniendo abierta la editorial, pero no estamos vinculados
económicamente con ella."
Otro de los hechos que hicieron un flaco favor a los miembros de Aztlán a la
hora de zafarse del nuevo calificativo de "secta destructiva" fue el proyecto
emprendido junto con algunos arquitectos de Las Palmas y Lanzarote. La idea
consistía en crear un centro recreativo del estilo del turismo rural en el que
los miembros del grupo se dedicarían exclusivamente a la organización de
actividades tales como excursiones, tertulias, talleres... En cualquier caso,
los responsables del proyecto eran los arquitectos.
Desgraciadamente, y por las características del posible negocio, Menchu acudió a
los medios de comunicación asegurando que Aztlán iba a crear una comuna en la
que cada cabaña iba a ser vendida por tres mil euros. Sin embargo, detrás de esa
especie de "Guyana a la española" que Galayo intentaba dibujar en pro de sus
intereses, se escondía el citado proyecto turístico, que contaba con casi todos
los permisos necesarios, dada su gran transparencia económica. El negocio
-consistente tan sólo en bungaloes de alquiler diario o semanal- no fue llevado
a cabo por carecer del correspondiente "sello" de "interés social",
responsabilidad del departamento de política territorial de las islas, amén del
irreparable daño provocado por las denuncias públicas de Menchu.
"Contábamos con el apoyo de las organizaciones ecologistas de la zona, se iba a
hacer una labor de repoblación forestal, el ayuntamiento apoyaba el proyecto por
considerarlo beneficioso para el turismo de la zona... Sin embargo -prosigue
María Pinar Merino- surgió la polvareda de acusaciones, por lo que el ex marido
de Menchu, uno de los promotores, junto con sus colegas, decidió que era mejor
suspenderlo".
El caso en los tribunales
Muchos han sido los esfuerzos por parte de Aztlán desde 1997 para desmentir el
aluvión de críticas vertido sobre el colectivo. Sin embargo, sus miembros
reconocen con pesar cómo las informaciones sin contrastar abundan en los medios
de comunicación de este país, siendo el morbo y el sensacionalismo el pan
nuestro de cada día en aquellas emisiones centradas en los testimonios
personales de los invitados.
Luis Arribas, Maita Cordero o la propia María Pinar Merino, entre otros,
estuvieron más de un año acudiendo a los medios para contrarrestar las
acusaciones de Menchu, ejerciendo de tal modo su natural derecho a la réplica y
rectificación. Durante todo ese tiempo, aportaron pruebas documentales a los
departamentos de producción, comprobando con asombro la ineficacia de ése
método.
Visto el fracaso a la hora de defenderse a través del "invento del maligno",
decidieron acudir a la policía, con el fin de sopesar la posible repercusión
social que podrían tener las acusaciones de Galayo.
"Tuvimos una entrevista con el jefe de la brigada antisectas de Santa Cruz de
Tenerife, así como con el mismo cargo de Las Palmas. A ambos les entregamos un
completo dossier de más de 100 páginas en las que aportábamos pruebas más que
suficientes para demostrar que esta mujer mentía. Igualmente, incluíamos
documentación de cuantos congresos, cursos y demás actividades públicas habíamos
organizado a lo largo de nuestra vida como grupo. Con todo ello, les rogamos que
iniciasen una investigación seria".
La actitud de la policía ante la petición de Aztlán fue aquella que se podría
esperar ante el caso de un grupo de trabajo "inusual" que en 25 años ha recibido
una única queja por parte de una única persona. Los agentes, tras mostrarles su
expediente, les explicaron que en toda investigación existen tres fases: una
primera etapa de información en la que la policía se informa de cualquier evento
social que se organiza, especialmente cuando ese acto logra cierta repercusión
mediática. En una segunda fase, se inicia una investigación, cuando existen
indicios de actividades sospechosas. Finalmente, una tercera fase se caracteriza
por el desencadenamiento de un proceso judicial, existiendo evidencias de
actividades delictivas.
La policía recomendó a Aztlán que no se preocuparan, puesto que el grupo se
encontraba en la primera fase, como tantas otras personas y organizaciones en
este país, sobre todo cuando se está vinculado a los medios de comunicación.
Además, los cargos policiales dijeron que no existían razones para preocuparse,
puesto que Aztlán jamás había recibido una sola denuncia en sus 25 años de
vida...
Sin embargo, Aztlán se encontraba en un estado de indefensión e impotencia. Dada
la tenacidad de sus integrantes, decidieron comprobar otras vías por las que
frenar a Menchu.
"Acudimos con el mismo dossier al defensor del pueblo -explicó María- ante la
indefensión en la que nos encontrábamos como ciudadanos inocentes atacados por
una persona que se dedica a sembrar infundios sin fundamento. Allí nos
explicaron que no había nada que hacer por la vía legal. Afortunadamente, no les
quisimos creer, y pusimos demandas contra esta mujer, para que se retractara de
sus acusaciones. Fue entonces cuando llegaron las sorpresas..."
Efectivamente. En el primer juicio (que costó 7.200 euros) Menchu subió a
declarar y tuvo la sangre fría de afirmar que no conocía al grupo Aztlán.
Aseguró que en sus comparecencias en los medios siempre había hecho referencia
al grupo de los canarios (?), y alegó que había estado un poco alterada debido
al divorcio, pero que "no tenía nada contra Aztlán".
En la trascripción de la declaración de Carmen Galayo Macías en el Juzgado de
Instrucción Número Tres de Las Palmas de Gran Canaria, que fue cedida por los
integrantes de Aztlán y a los cuales extiendo mi agradecimiento, Galayo
desmintió cuidadosamente hasta la última denuncia efectuada contra el grupo. Con
tal declaración, de la que se incluye seguidamente una selección de los puntos
más relevantes, el grupo Aztlán dejaba de ser, por arte de magia (terrestre o
extraterrestre, quién sabe) una secta destructiva. Igualmente -y de sopetón-
Menchu no había sido expulsada de su hogar por los miembros de la "secta". Es
más: nunca había mencionado el nombre de Aztlán:
"Las Palmas de Gran Canaria, a dos de octubre de mil novecientos noventa y ocho
(...)
Preguntada sobre los hechos, MANIFIESTA:
Que conoce al grupo Aztlán por los libros que ha leído, por conferencias a las
que ha asistido y porque han estado en la que era su casa.
Que asistió al programa de Tele Cinco denominado Día a Día y que fue invitada al
mismo por la presentadora Doña. María Teresa Campos. (...)
Que en ningún momento llegó a decir las afirmaciones que se relatan en el
escrito de querella y que tampoco dijo que ha dicho que el Grupo Aztlán era una
secta destructiva.
A preguntas de la letrada querellante, manifiesta que no es cierto que dijera
que su hijo Octavio estuviera captado por la secta. (...)
Que cree que la sentencia de separación dice que uno de los motivos de la misma
es el abandono de hogar de la declarante. (...)
Que la declarante sólo ha hablado de su familia, de su entorno y nunca del grupo
Aztlán."
Escrito por Inko Zubillaga