El mundo parece haber entrado en una carrera bélica de la que nadie sabe bien
como se saldrá. Miles de años atrás, el calendario de la civilización Maya nos
hacía una profecía al respecto, que es importante conocer para que,
individualmente, hagamos todo lo posible por cambiar el curso de la historia.
En el último milenio, una gran civilización de científicos, artistas y
guerreros, y más de 12 millones de fuertes personas, abandonaron
precipitadamente su mundo. Eran los Mayas, gente con una gran visión, cuyas
ciudades y templos se encuentran a lo largo de la Península de Yucatan, pero
tragados por la tierra.
Sus grandes centros cívicos, templos de adoración, casas y asentamientos, se
encuentran enterrados junto a grandes obras de arte, cerámicas y arados. Uno de
los mayores logros, que coronó su avanzada civilización, es el calendario Maya.
Aún hoy este calendario es un rompecabezas para los eruditos modernos, pero
puede también servirnos como una advertencia con respecto a la destrucción de
nuestra propia civilización.
Según sostienen los especialistas, el calendario Maya es una de las maravillas
del mundo. Es tan exacto en términos de capacidad de contabilidad, que incluso
pone en ridículo nuestro propio calendario. Para los Mayas, el tiempo era
cíclico. Así, uno siempre vuelve y completa su ciclo. Ellos tenían un importante
ciclo que comenzó en 3113 A.C., y que va a terminar el 12 de diciembre de 2012.
En su tiempo, creyeron que para ese momento habría un repentino revés en el
campo magnético de la tierra. Los Mayas temían al sol, por lo que lo alimentaban
con sacrificios humanos, para que no dejara de enviar su fuerza de vida, ya que
esto terminaría con el ciclo del hombre.
Los Mayas contaban los días según dos calendarios, uno de un año "vago" de 365
días y otro de un ciclo más corto de 260 días. Cada día tenía dos nombres, uno
según cada calendario, de modo que la misma combinación de nombres no se
repitiera por 52 años. Cuando uno de estos 52 períodos de año acabaran, saldrían
de sus ciudades e irían a las colinas circundantes y mirarían ansiosamente las
estrellas.
El signo que buscaban era el grupo de estrellas de las Pléyades. El aspecto de
estas estrellas significaba que los cielos no habían parado dar vuelta, y que
nuevamente se levantaría el sol. Así, celebraron el nacimiento del nuevo 'siglo'
con una gran fiesta y muchos fuegos, simbolizando el renacimiento del mundo.
Muchos antiguos documentos mayas fueron destruidos en los años de la ocupación
española. Los españoles estaban fascinados y a la vez horrorizados de todo lo
que habían encontraron en este "nuevo mundo". Miraban a la religión Maya, con el
sacrificio humano incluido, como algo bárbaro y satánico. Por eso, buscaron
destruir todo sin dejar un solo rastro. Así, bibliotecas enteras de importantes
y llamativos libros fueron quemadas, y los Mayas que no morían de enfermedad,
hambre, o explotación laboral, eran convertido al catolicismo.
Pero afortunadamente, no todos los españoles tuvieron esa actitud frente a los
Mayas. Algunos de ellos, como Bernadino Sahagun, se hicieron amigos de los
nativos y procuraron registrar para la posteridad todas sus creencia, ideas, y
tradicionales. Además, algunos libros y reliquias preciadas de los Mayas
sobrevivieron a la destrucción, siendo ocultadas por los mismos Mayas o
exportadas a Europa como presentes para la Corona Española. El más importante de
éstos era un libro llamado el Dresden Codex, denominado así después de ser
encontrado en una biblioteca semi destruida. Este extraño libro, lleno de
jeroglíficos, fue escrito por Mayas indios.
En 1880, un brillante erudito alemán leyó el Dresden Codex y desentraño el
código del calendario Maya, permitiendo traducir muchas de las antiguas
inscripciones que fueron encontradas grabadas en fuertes, casas, y artefactos
Mayas. Este antiguo libro Maya fue utilizado por la astronomía moderna,
proporcionando detalladas tablas de eclipses lunares y de otros fenómenos.
En 1986, Maurice Cotterell llevó adelante una revolucionaria teoría referente a
los ciclos de la astrología y del sol. Esto se debía a que durante varios años
sospechó que el campo magnético del sol tenía consecuencia para la vida en la
tierra. Y al estudiar Dresden Codex, descubrió que el calendario Maya no era
nada arbitrario, sino basado en el conocimiento del sistema solar. Esto explicó
la obsesión Maya por concentrarse en los largos ciclos del tiempo y su creencia
en la subida y caída de las cuatro edades anteriores del hombre.
Como el tiempo Maya era cíclico, los efectos eran pensados para que
eventualmente, y potencialmente, se repitiesen. Así, se tienen todos estos
variados ciclos de forma conjunta. Ciertos días eran considerados
desafortunados, pero otros eran considerados muy buenos. Era como mirar un
horóscopo. Para los Mayas, ciertos años eran buenos y ciertos años eran malos.
También creyeron encontrar ?bloques? de 20 años, llamados katuns, que eran
considerados buenos o malos. Cada bloque de tiempo, y su respectiva
'personalidad' para bien o para mal, para bonanza o hambre, se determinaban
según el tipo de dientes que se podían observar en los calendarios.
Al mirar el calendario, se puede observar que los Mayas podrían no solo ver en
qué día o año estaban, sino también todo lo referente al período de 20 años en
el cual se encontraban, y el que debía venir. Así, se podía haber previsto el
mismo final de la civilización Maya, ya que en cierta forma se podría ver al
derrumbamiento Maya como un simple proceso del paso del tiempo.
En otras palabras, ellos previeron que el proceso de destrucción iba a ser un
importante problema al que no podrían sobrevivir, y fue también por ello que no
esforzaron demasiado en hacerlo.
El derrumbamiento Maya se relacionaba con un cambio de katun y era asociado con
los cambios de la tierra por acontecimientos naturales, como el fuego o el agua.
Según se comenta, existen evidencias que relacionan la civilización Maya con el
mítico continente perdido de la Atlántida, el cual se cree que se destruyó por
una serie de catástrofes naturales.
Los Mayas creían que el mundo había sido destruido cuatro veces antes. Primero
por el agua, segundo por el viento y tercero por los cambios del fuego y de la
tierra. Creyeron que al final de cada etapa había una época de caos, y entonces
un período de reconstrucción, al tiempo que una nueva etapa comenzaba. Sin
embargo, si creemos en esta lógica Maya, el año 2012, sería la quinta y final
etapa del hombre. Es decir que nuestros días estarían contados.
Sin embargo, la mayoría de los eruditos no creen que estemos en nuestros días
finales, aunque si piensan que los años próximos años la tierra se encontrará
muy agitada. Estamos experimentando muchos de los mismos problemas de los Mayas.
Nuestra población está aumentando y las demandas a nuestro ambiente están
agotando sus recursos. Muchos creen que no podremos continuar de la misma manera
en que vivimos en la actualidad.
Los expertos, nos sugieren aprender de los Mayas, para que la historia no se
repita. Los Mayas vivían en el borde ecológico, ya que explotaban
indiscriminadamente su medio ambiente y tenían una enorme base de población.
Todo lo que faltaba para que el sistema entero desapareciera, era un
desequilibrio repentino, como fue la invasión colonial. Ahora, cualquier guerra
que se desate, junto con el tiempo en que vivimos, podría ser una peligrosa
combinación que podría conducir a una declinación rápida y al derrumbamiento de
la civilización.
Aunque la fecha del año 2012 está grabada fuertemente en la antigua piedra, la
mayoría de los eruditos modernos sugieren que los Mayas nos legaron una
advertencia y no una profecía. No es demasiado tarde para cambiar el curso de la
historia, pero el tiempo está corriendo, y se hace inminente que,
individualmente y como humanidad, encontremos el camino de la paz y el amor
mutuo.