Con frecuencia se relaciona el fenómeno de la levitación con poderes místicos
asociados a una u otra religión. Son muchos los relatos sobre monjes budistas,
yoguis hindús o incluso santos católicos capaces de levitar, contraviniendo
todas las leyes de la física. Sin embargo otros levitadores, ajenos a todo
contexto religioso, también han sido capaces de elevar su cuerpo por los aires.
¿Se trata de un fenómeno paranormal, un signo de divinidad o un simple fraude?
"Es imposible que un objeto más pesado que el aire pueda volar". Está tajante
máxima afirmada por los científicos hace un siglo quedó totalmente descalificada
por los vuelos de los primeros aeroplanos. Sin embargo, desde el principio de la
historia, otros objetos más pesados que el aire han podido, según numerosos
testimonios, elevarse en el espacio.
Levitación es el término con que los parapsicólogos se refieren al fenómeno que
permite a personas, animales o cosas suspenderse en el aire.
Han sido muchos los experimentos realizados en laboratorios de parapsicología en
que, en condiciones de control, un sensitivo conseguía suspender en el vacío
pequeños objetos. Tanto al aire libre, como en campanas de vacío, sensitivos
españoles y extranjeros han conseguido levitar pequeños cuerpos a algunos
centímetros de la mesa de operaciones. En España un equipo de parapsicólogos
incluso realizó estudios sobre el espectro del campo energético que rodea los
objetos en levitación, utilizando polarizadores de imagen. Sin embargo existe
toda una escuela parapsicológica que prefiere limitar el término levitación para
los vuelos autoprobocados de seres humanos, definiendo las levitaciones de
objetos como fenómenos psicocinéticos.
Los vuelos divinos
La levitación ha estado habitualmente relacionada con los fenómenos paranormales
de los grandes místicos. De hecho, hasta hace no mucho tiempo, la levitación era
considerada un Signum Dei, un signo de divinidad que podía decidir la causa de
beatificación o canonización de un santo en los tribunales teológicos católicos.
Son muchos los santos católicos a los que se atribuye la capacidad de levitar.
El célebre escritor, historiador y filósofo alemán Joseph von Görres
(1776-1848), autor de la colosal obra Christliche Mystik (Mística Cristiana) de
cinco tomos y 3.000 páginas compuestas en 10 años de trabajo, cita hasta setenta
y dos casos de levitadores en el entorno de la mística cristiana. Entre otros
Santa Inés, Anna Latharina Emmerich, Francisco de Asís, etc.
F. Leroy fue más allá, recopilando hasta 250 místicos cristianos capaces de
atentar contra la ley de la gravedad, ampliando la lista de Göres con nombres
como San Bernardo, Santo Domingo, San Buenaventura, Pedro Armengol, San Vicente
Ferrer, San Ignacio de Loyola, Francisco Suárez, Felipe Neri, Juan de la Cruz,
José Oriol, Juan Bosco, Santa Gemma Galgani, Teresa Newman, etc.
Algunos de esos levitadores místicos han adquirido un gran protagonismo en la
historia de la mística cristiana, bien por sus piadosas vidas o por la gran
cantidad de fenómenos paranormales que protagonizaron durante su existencia. En
cuanto a su capacidad para levitar, San Pedro de Alcántara llegaba a mantenerse
suspendido en el aire -según los relatos de la época- durante horas enteras,
Santa Teresa de Ávila acompañaba sus prodígios paranormales -como levitar- de la
más extraordinaria poesía mística española, Santo Tomás de Aquino llegó a
levitar en presencia de testigos tan relevantes como el pensador y mártir de la
heterodoxia Fray Giordano Bruno (1548-1600) y el padre Pio de Pietralcina vivió
todo tipo de fenómenos extraordinarios además de la levitación, como los
estigmas que le hicieron famoso y le acompañaron durante buena parte de su vida.
Pero si hay un santo católico levitador por excelencia es el famoso San José de
Cupertino. Este franciscano que, según Göres levitó al menos en setenta
ocasiones documentadas, realizaba vuelos públicos ante numerosos testigos, cosa
poco frecuente en las levitaciones de místicos, que prefieren realizar sus
prodigios en privado a diferencia de los mediúns espíritas que citaremos a
continuación.
El santo varón de Cupertino voló en presencia de muchas personalidades del siglo
XVII, como el mismísimo papa Urbano VII o el protestante duque Federico de
Brunswick, quién se convirtió al catolicismo después de presenciar uno de los
extraordinarios vuelos de San José de Cupertino. Y no es para menos. Presenciar
las demostraciones aéreas del santo debieron ser un espectáculo no acto para
cardíacos, ya que llegó a realizar vuelos de hasta 25 metros de distancia,
manteniéndose hasta dos horas suspendido en el aire, y llegando a izar con él
por los aires a otras personas o animales.
Relatan los cronistas, como anécdota, que la esposa del embajador de España en
el Vaticano sufrió un desmayo al ver a San José de Cupertino volar sobre su
cabeza con total tranquilidad. Y de nada sirvieron las presiones del Tribunal de
la Santa Inquisición, que siempre sintió la tentación de relacionar la
levitación con intervenciones diabólicas, el santo de Cupertino continuó
desplazándose por el espacio contra todas las leyes de la física.
Escrito por Juanjo Perez
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