Nacidos bajo la maldición
Hemos visto hasta ahora formas de caer en desgracia, de hacerse acreedor de una
maldición. Sin embargo, en estas culturas, como en la nuestra, hay personas que
por el simple hecho de nacer de una manera determinada son consideradas
"malditas". Explica Stamm al respecto: "... También en muchas otras religiones
del continente negro, un recién nacido es tan poco ser humano que es posible
remitirlo al país de los antepasados si presenta lo que el grupo juzga
anomalías.
Por ejemplo, un niño que nace con dientes, el que tiene una malformación
congénita, el que tiene los primeros dientes en el maxilar superior o el que
viene al mundo por los pies, es legítimamente eliminado...". Terrorífico desde
el punto de vista moral, aunque como señala Berrocal, en nuestro contexto judeo-cristiano
sucede algo similar, aunque revestido de otras formas que suenan más
"civilizadas": "... Tras el "pecado" cometido, llega el castigo...".
No podemos omitir tampoco la existencia de los grandes personajes míticos
nacidos bajo el signo de la maldición, como es el ejemplo del hombre lobo. Sobre
este asunto es interesante conocer la opinión de uno de los mayores
especialistas que existen sobre este personaje en nuestro país; Jacinto Molina (Paul
Naschy), quien lo ha encarnado en la gran pantalla en multitud de ocasiones.
Reunidos precisamente en el mismo lugar en el que se estrenara La marca del
hombre lobo, Naschy nos hablaba sobre la posibilidad de nacer maldito: "...
Legendariamente, hay muchas formas de transformarse en hombre lobo, pero una de
ellas es ser el tercer varón que nace en la séptima luna llena...".
También nos explicaba los orígenes del mito: "... por mis investigaciones para
preparar este papel pienso que se trata de una maldición ancestral (...) Al ser
un personaje ecológico posee una leyenda que empieza a tejerse en las cavernas;
sobre todo en las primeras reuniones humanas. Los hechiceros empleaban la fuerza
del lobo, uno de los depredadores más temidos. Era despellejado por el hechicero
quien se colocaba su piel encima para fingir una transformación y tomar así su
fuerza y poder".
No es de extrañar que Naschy, especializado en el cine de terror, con casi un
centenar de películas en su haber, manifieste que el tema de las maldiciones ha
sido una constante en el contenido de sus películas, como tampoco sorprende
conocer su opinión al respecto: "... los seres humanos probablemente tengamos
cargas positivas y negativas. Puede que más que una maldición, lo que actúe sean
estas cargas. Sería algo parecido a la electricidad. A mí me pasa como con las
meigas. No creo en las maldiciones, pero existir, existen...".
Clases de maldiciones
Regresando a la raíz de las maldiciones, y suponiendo que sean un hecho cierto,
habría que distinguir varios tipos de ellas, a cual peor. Para Carlos Coloma,
sociólogo especializado en temáticas paranormales, habría dos tipos de
maldiciones: "... admitiendo su existencia, tendríamos las maldiciones
recurrentes, que es cuando acontece el mismo hecho en condicionamientos
distintos, sociales, políticos o históricos, y las maldiciones cíclicas, que es
cuando sucede lo mismo, o algo muy similar en ambientes o momentos parecidos,
como sería el caso de los Kennedy...".
Conviene apuntar también que las maldiciones pueden ser potenciadas por las
masas que ven en un personaje popular un reflejo de ellos mismos: "... La
maldición se contempla en sociología como un efecto de masas supersticioso. La
sociología clásica y la oficial entienden que la sociedad es una construcción de
relaciones e interrelaciones humanas formadas bajo la racionalidad.
Sin embargo, la maldición es algo que se escapa y por tanto, la sociología lo
juzga como una superstición. A pesar de esto, la sociología no ve como
superstición el hecho de que haya unas fuerzas emotivas, que a niveles
individuales nos hacen buscar la aprobación de los demás. La persona popular se
alimenta de las masas y si éstas no le responden recibe unas vibraciones que le
son nefastas. Sería el caso de Elvis Presley o Marlon Brando...".
Ambos sufrieron un ocaso en sus carreras. El primero cayó en las drogas y perdió
el beneplácito de las masas, para finalmente tener una muerte lenta y agónica.
El segundo, ha tenido que soportar una vida llena de desgracias familiares, que
culminaban en 1995 con el suicidio de su hija Cheyenne, que se ahorcó dejando
dicha su aversión por su padre, al que "maldijo" por todo lo que le había hecho
sufrir.
La profecía autocumplida o en busca de la maldición
Tanto Coloma como Berrocal destacan la existencia de una variante denominada
profecía autocumplida. Señala Berrocal: "... si a un sujeto le dicen que le va a
suceder algo malo, un accidente, por ejemplo, él mismo lo terminará buscando...
y si se le pincha una rueda, enseguida pensará "ya ha sucedido y no me ha
ocurrido nada". Es un sistema de autoliberación frente a eso que le han dicho.
Pero, si no se le pinchara la rueda, el sujeto probablemente forzará el
accidente de forma inconsciente...".
Probablemente fuese lo que le ocurrió a la malograda Isadora Duncan, que murió
ahogada por un foulard que quedó enredado en la rueda de su automóvil, después
de que una echadora de cartas le dijese que iba a morir ahogada en 1927 o Marlon
Brando, que durante el rodaje de Rebelión abordo tuvo la ocurrencia de burlarse
de los clásicos ídolos hawaianos que representan a las deidades protectoras de
los nativos, por lo que éstos le dijeron que había quedado maldito... La
película fracasó y el infortunio le ha perseguido desde entonces.
La maldición, en definitiva parece ser una suma de nuestras inquietudes, temores
e inseguridades. Casos como el de los hijos de Bing Crosby, - loa gemelos
Lindsay y Dennis se suicidaron en 1989 y 1991 respectivamente, mientras que el
último, Gary moría en 1995, sin que la familia haya querido revelar la causa -,
dan mucho que pensar sobre la naturaleza humana y sus procesos.
Tal vez, antes de sentenciar que somos poseedores de una maldición, sería
interesante, aunque sólo fuese por higiene mental, reflexionar ante aquellas
cosas que no marchan todo lo bien que debieran. Algo parece seguro, junto al
término maldición aparece otro que, si bien significa todo lo opuesto, es muy
similar, porque tampoco tenemos control sobre ello: se trata de la bendición.
Quizás debiéramos fijar nuestros ojos en este último.
(continua...)
Escrito por Clara Tahoces