Oui-Ja: Un acceso al mundo paranormal
Realizada la anterior y necesaria aclaración, quisiera confesar a nuestros
queridos lectores que la "oui-ja" fue mi bautismo de fuego en estos temas. Esta
práctica "espiritista" me fue abriendo las puertas, a principio de los años
ochenta, del ignoto y apasionante mundo de los fenómenos paranormales. Participé
en numerosísimas sesiones vasográficas, y aún conservo con cariño buena parte de
las comunicaciones transcritas en folios. Recuerdo -y reconozco- que varios
compañeros de BUP estábamos obsesionados con el tablero "oui-ja" que, por aquel
entonces, considerábamos -ingenuamente- un medio para conectar con "entidades
extrahumanas". En aquellas frecuentes reuniones en torno a las letras y al vaso,
"contactamos" con personajes tan variopintos como Satanás, San Pedro, Larra o
Carlomagno... Tampoco faltó la época en que se "colaron", a través de la sutil
frontera que marca la "oui-ja" y la predisposición mental de los reunidos, seres
que decían proceder de lejanos planetas...
Con el tiempo, y conforme fui investigando y documentándome a fondo sobre los
temas paranormales, terminé convenciéndome de la posibilidad de que la mente
humana, y no "entes espirituales", podría estar detrás de los contactos
vasográficos. Todo ello, sumado al aburrimiento y apatía que ya me producían las
continuas sesiones, hicieron que la "oui-ja", para un servidor, quedase olvidada
y hoy no sea más que un nostálgico recuerdo del pasado. Mi particular búsqueda
del misterio tendría trazados nuevos caminos mucho más fructíferos...
Aún con la tesis defendida líneas atrás -es decir, que realmente no conectemos
con entidades extrahumanas sino con nuestra mente inconsciente- el riesgo sigue
siendo el mismo, y todas las advertencias contra este tipo de prácticas son
insuficientes. La obsesión y la sugestión son los principales ejes que
convierten a la "oui-ja" en un peligroso juego... (7)
Ejemplo de un fraude ¿inconsciente?
Centrándonos nuevamente en el tema de este trabajo, los fraudes en la "oui-ja",
podría citar muchos casos en los que he estado presente, pero creo que uno que
recuerdo especialmente nos bastará para que el lector, cuando vuelva a
participar en una sesión de este tipo, abra bien los ojos, porque no sólo hay
"espíritus burlones"...
Corría finales de 1991 cuando un amigo me insistió reiteradamente que asistiese
con él a una sesión de "oui-ja" que un grupo de personas celebraban todos los
viernes en Moguer (Huelva). Le confesé que ya hacía tiempo que dejé de
participar en tales prácticas y que no tenía mucho interés en ir, pero él se
empeñó en que fuera como experto en estos temas para conocer mi veredicto sobre
aquellas comunicaciones que él consideraba sorprendentes. Me habló de la
seriedad de los participantes, del tono elevado de los mensajes recibidos y de
la armonía espiritual con la que se envolvían dichas reuniones... En fin, no
quise ser grosero y acepté; a fin de cuentas ¿qué podía perder?...
El punto de encuentro era un bonito chalet enclavado en las inmediaciones de la
conocida localidad onubense, cuna del insigne escritor Juan Ramón Jiménez. Allí
nos recibieron amablemente varios matrimonios de edades comprendidas entre los
40 y 60 años. La exquisitez y elegancia de estas personas eran fiel reflejo de
la buena posición socio-económica que gozaban. "¿Qué ganarán haciendo la "oui-ja"
un viernes por la noche?", me pregunté, pero no tardé en darme cuenta de que me
hallaba entre personas bastante crédulas en el contacto con el mundo de los
espíritus...
Noté que tenían mucho interés en conocerme. Ya mi amigo les había hablado largo
y tendido de mí y de mi dedicación a la investigación y divulgación de los temas
paracientíficos; además, les había facilitado varios trabajos míos publicados en
diversos medios escritos. Percibí claramente que deseaban que yo saliera
convencido y complacido de aquella sesión de espiritismo.
Antes de comenzar, algunos de los participantes - otros se sentaron a pocos
metros de la mesa donde iba a tener lugar la sesión - entrelazaron sus manos y
con los ojos cerrados rezaron al unísono para alejar las posibles
"interferencias diabólicas" y, así, atraer la presencia de "seres de luz". A
raíz seguido, me brindaron poder participar con ellos colocando mi dedo índice
sobre la base de la copa invertida, pero cortésmente me excusé diciendo que yo
estaba allí gustosamente en calidad de invitado y que mi deseo era que aquella
sesión se desarrollase como cualquier otro viernes, participando sólo los que
hasta ahora venían haciéndolo, así que prefería, si no les importaban, estar
simplemente como observador. Mi decisión fue aceptada sin titubeos...
Todo dispuesto, y tras unos breves minutos de concentración por parte de los que
apoyaban levemente sus dedos sobre la copa, ésta comenzó a deslizarse lentamente
por el tablero... Las letras no se encontraban ordenadas alfabéticamente, sino
que estaban dispuestas aleatoriamente. No recuerdo en estos momentos el nombre
con el que se identificó la supuesta "entidad" manifestada, pero sí que provocó
cierta alegría entre los componentes de la reunión.
Yo, a escasa distancia de la mesa, me dedicaba a observar con detenimiento la
presión de las yemas de los dedos en el borde de la copa, los movimientos y
velocidad de ésta, etc. Ya, la copa se desplazaba con suma agilidad deletreando
mensajes de claro contenido mesiánico que, en voz alta, iba transmitiendo una de
las señoras (a la que llamaremos Amalia) que tenía puesto su dedo en la copa.
Otra persona, de entre los allí presentes, tenía como misión ir transcribiendo
aquellos mensajes en una libreta.
Me llamó la atención que la señora Amalia transmitiera verbalmente con tanta
facilidad las palabras y las frases, sabido es que resulta sumamente difícil
que, mientras la copa se dirige a cada letra a cierta velocidad, nuestra mente
pueda ir formando, en ese mismo instante, la frase correspondiente. Todo lo más
es ir diciendo en voz alta las letras indicadas por el vaso y luego, una vez
transcritas, leer las palabras o la frase que se haya podido formar. Podría ser
sencillo en una breve respuesta, de una sola palabra por ejemplo o cuando el
vaso se desplaza lentamente, pero ¿se imaginan que tras formularse una pregunta
la copa señale velozmente 30 letras? ¿Cómo podemos ir separando y construyendo
las palabras y las frases con tanta rapidez?... Imposible, salvo que la
respuesta ¡ya la tenga preparada mentalmente un participante!... ¿Quién?:
Obviamente aquel que va nombrando las palabras en voz alta. Primer sospechoso
que tenemos: la señora Amalia...
Escrito por Moises Garrido
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