A la caza...
Centré mi atención en ella, y fui descubriendo como a veces incluso se le
escapaba anticipadamente de su boca las palabras o la frase ¡aún faltando por
señalar la copa varias letras! ¿Premonición, quizás?...
Por último, opté por el método que nunca falla. Los que no empujan suelen
centrar su atención más bien en la copa y repara en la letra una vez es señalada
por ésta. Amalia en cambio buscaba y fijaba su vista en la letra que, a
continuación, era señalada por la copa, y así sucesivamente. En algunos
momentos, la copa marcaba una letra ¡que no estaba en la palabra dicha por
Amalia!, y es que coordinar los movimientos del vaso a la vez que inventar e ir
diciendo en voz alta las frases es terriblemente complicado...
Permítame el lector un inciso para advertir que aunque las letras estén
colocadas desordenadamente, una vez transcurridos unos minutos de sesión es
fácil recordar la posición de las mismas, pese a estar salteadas, y ya no es
necesario que la copa tenga que desplazarse dando vueltas en círculo hasta parar
en la letra correspondiente, sino que los desplazamientos de letra a letra
suelen hacerse ya casi en diagonal. Así pues, el método de colocar
desordenadamente las letras para eliminar la posibilidad de que alguien mueva la
copa intencionadamente, creyendo garantizar de ese modo la autenticidad de la
sesión, es pura falacia, por tanto, de nada sirve...
Había momentos en que Amalia apretaba con tanta fuerza su índice sobre el borde
de la copa que, cuando tenía que traerla hacia su posición, ésta caía
bruscamente sobre el tablero. Otro detalle es que aunque colocaba su dedo en el
borde, poco a poco lo llevaba casi al centro de la base de la copa, de forma que
los movimientos de ésta hacia cualquier extremo del tablero se realizan con suma
facilidad.
...Y captura del impostor
Cuando no tuve la menor duda de que Amalia era quien movía conscientemente la
copa, decidí no quedarme de brazos cruzados y - no sé si fue lo más oportuno
entonces - desmontar aquella farsa...
Comencé sugiriendo a Amalia que retirase su dedo de la copa. Al hacerlo - eso
sí, sin poder disimular su asombro ante mi peculiar deseo - la copa quedó
inerte. Por más que los restantes participantes "invocaban" a la "entidad" que
hasta ese momento deletreaba con suma destreza largos mensajes, ésta parecía
haber sido "engullida" por otra dimensión (nunca mejor dicho...).
Dije a Amalia que volviera a poner su dedo ¡y de nuevo la copa se movió!...
Insté a los demás, uno a uno, a que quitasen sus dedos, pero la copa, mientras
Amalia seguía teniendo su dedo sobre la misma, continuaba desplazándose... Lo
más anecdótico fue cuando dije a todos, menos a Amalia, que retiraran sus dedos:
¡La copa siguió moviéndose, erráticamente por supuesto, sólo con el dedo de
Amalia!... ¿Estaríamos ante una "médium"?, se preguntaron, con gran inocencia,
algunos de los presentes. La verdad es que, más que el fraude en sí, me
sorprendió que algo tan evidente y que averigüé en pocos minutos, no fuese
descubierto por los asistentes a esas sesiones durante tanto tiempo que llevaban
reuniéndose. "El mundo quiere ser engañado; pues que lo sea", decía Petronio...
No pude contenerme y con voz segura dije a Amalia: "Creo que Ud. mueve el
vaso"... Un mutismo invadió el ambiente, pero antes que los que allí presentes
me increparan -supongo- la principal "inculpada" me respondió, tras reconocer el
"éxito" que adquieren las comunicaciones vasográficas cuando ella participa
directamente (¿), que: "Bueno... es que yo primero recibo en mi mente los
mensajes y los manifiesto a través de la copa"... Todos los reunidos se miraron
un tanto perplejos, y en algunos rostros -entre ellos el de su marido- ya se
reflejaban cierta desconfianza. Yo, en un intento de suavizar aquel embarazoso
instante, volví a interrogar a Amalia: "Si es así como Ud. dice, y teniendo esa
supuesta capacidad mediúmnica ¿qué necesidad tiene de practicar la "oui-ja"?
¿Por qué no comunica directamente lo que le viene a la mente?..."
Su respuesta fue su propia "condena": "Si transmito directamente esos
comunicados que vienen a mi mente ¿cómo iban a creerme los demás?...".
Ya todo estaba dicho... No obstante, traté de remediar, como mejor pude, aquella
desesperante situación, citando ciertos casos de "paragnostas" que recibían
mensajes psíquicos y que los descodificaban a través de la "oui-ja" o la "psicografía".
No sé si sirvió esa explicación, pero aún así los ánimos seguían crispados. Tal
vez fui muy atrevido, pero creo que actué correctamente e hice lo mejor que
podía hacer...
Cuando nos fuimos, el amigo que me invitó a aquella sesión se disculpó ante mí
por haberme llevado a aquella farsa que él, obviamente, desconocía. Le dije que
no se preocupara, pues casos así suelen ser, por desgracia, frecuentes en estos
temas... Él nunca podía sospechar de una mujer como Amalia, una señora seria y
honesta donde las haya. Le aclaré que esa tendencia a la simulación mostrada por
esa mujer no tiene porqué manifestarla en otros órdenes de la vida, salvo
únicamente en ese contexto espiritista. Además, le repetí que posiblemente era
verdad lo que decía Amalia de las "voces", al margen de que ella moviese
intencionadamente la copa...
Cierto es que nunca sabremos si lo de las "voces mentales" fue una mentira de
Amalia para disimular, en cierto modo, su implicación en el fraudulento
movimiento de la copa, o si realmente, como ella confesó, "oía" voces en su
cerebro dictándole mensajes que luego "revelaba" a los presentes a través de la
"oui-ja".
¿Era Amalia una impostora? ¿Se trataba de una mentirosa patológica? ¿Sufría
alucinaciones auditivas y trastornos disociativos? ¿O realmente conectaba su
mente con otros "niveles de la realidad"?...
Sea lo que fuere, lo cierto es que en el ejemplo que aquí hemos expuesto de
supuesta comunicación vasográfica, el epicentro - lejos de ser un "espíritu" -
es, por enésima vez, el ser humano, ese gran desconocido...
Como ya advertía hace setenta años el sacerdote jesuita Carlos M. De Heredia,
eminente investigador metapsíquico y descubridor de numerosos fraudes
espiritistas, "en esta clase de experimentos entra un nuevo factor, el médium,
el cual siendo humano y muy humano, hay que andarse con cuidado extraordinario
para que dicho elemento no nos engañe". Sus palabras, hoy más que nunca, siguen
vigentes. Tengámoslas muy en cuenta...
Notas:
(1) Para el lector interesado en saber más sobre esta clase de fraudes, le
recomendamos el libro Los peligros del esoterismo, de Manuel Carballal
(Ediciones Constrastes, 1995).
(2) El "mentiroso patológico" es definido como un sujeto que cree en sus
fantasías y cuenta sus fábulas como si las creyera, con una tendencia
persistente a mentir (Introducción a la psiquiatría, Dr. J. A. Vallejo Nágera,
Edit. Científico/Médica, 1981).
(3) Consúltese el demoledor trabajo del psicólogo José Luis Jordán Peña,
publicado bajo el título La oui-ja: ¿Cómo desenmascarar este juego? (Revista Psi-Comunicación,
nº 33 - 34, Ene-Dic 91).
(4) Para ahondar en el fenómeno de la "canalización", también llamada "channeling",
recomendamos la documentada obra Mensajes del más allá, de John Klimo (Edit.
Martínez Roca, 1994).
(5) Los interesados pueden saber más sobre la memoria y el talento del
inconsciente consultando El rostro oculto de la mente, de Oscar González Quevedo
(Edit. Sal Terrae, 1971).
(6) Una obra que toca en profundidad y con rigor el papel que juega las
facultades del inconsciente en las sesiones espiritistas es Fraudes espiritistas
y fenómenos metapsíquicos, del Padre Carlos M. De Heredia, S. J. (Edit. Acervo,
1993).
(7) Dos interesantes artículos que advierten seriamente del peligro que encierra
la práctica del mal llamado "juego del vaso" son Oui-ja: engatusando
adolescentes y Atmósfera perversa, ambos de José Manuel Durán Martínez, y
publicados en el Boletín Investigación nº 6 (Nov-Dic 1994) y nº 13 (Ene-Feb
1996), respectivamente.
Escrito por Moises Garrido
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